
Pero antes, mientras la putrefacción de la carne y la sangre duren aún, estarán las noches caminadas y abrazadas, las palabras no dichas, las cortinas no corridas y las lunas extrañas que parecen pedazos de naranja para emborrachar la soledad. ¡Y has de ser vos mi muerte!, la hoguera en que baile desquiciado con las llamas, hasta la ceniza. He buscado y los caminos se bifurcan en tu piel, me disgrego al fin, en todas tus curvas, en los gestos de tu cara, en la savia rotunda de tu existir.
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