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jueves, 24 de diciembre de 2009

AHI

Ahi, donde el aire traza el horizonte con tu cuerpo, ahí quiero hallar mi último lecho, donde muera joven o viejo. Desde vos quiero hacerme polvo y viento. Si he de encontrar un final, que sea en tus palabras o saltando de tus ojos al mundo donde yacen mis manos cansadas, mis ojos tristes y mi boca cerrada. Te he buscado por todos los caminos: quiero que seas mi daga, que me diluyas en tu tiempo como aire en aire, que me quites la piel y me dejes frente a tu silencio como un mar. Quiero que me trepes y derrumbes y acuestes en el cauce de los olvidos, los sueños y silencios. Tus caricias  tienen que ser el suelo donde mis huesos han de blanquearse al sol, y la suavidad húmeda de tu lengua será el humus del que nazca la hierba salvaje que después ha de cubrirlos.
Pero antes, mientras la putrefacción de la carne y la sangre duren aún, estarán las noches caminadas y abrazadas, las palabras no dichas, las cortinas no corridas y las lunas extrañas que parecen pedazos de naranja para emborrachar la soledad. ¡Y has de ser vos mi muerte!, la hoguera en que baile desquiciado con las llamas, hasta la ceniza.
He buscado y los caminos se bifurcan en tu piel, me disgrego al fin, en todas tus curvas, en los gestos de tu cara, en la savia rotunda de tu existir.

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